El cine español está de luto tras la muerte de Marisa Paredes, una de las actrices más icónicas y queridas de su historia, quien falleció en Madrid a los 78 años el pasado 17 de diciembre de 2024. Conocida por su elegancia, su voz profunda y su inigualable capacidad para transmitir emociones, Marisa Paredes deja tras de sí un legado artístico que marcó generaciones y transformó la manera en que el mundo veía el cine español. La noticia de su fallecimiento ha conmocionado a compañeros de profesión, seguidores y amantes del séptimo arte, que hoy lloran la pérdida de una leyenda, pero también celebran la vida de una mujer que dedicó su existencia a contar historias inolvidables.

Marisa Paredes, nacida como María Luisa Paredes Bartolomé en Madrid el 3 de abril de 1946, comenzó su carrera artística a los 14 años en el Teatro Español. Desde muy joven demostró un talento y una sensibilidad que no tardaron en convertirla en una figura destacada de los escenarios y más tarde de la gran pantalla. Fue una actriz que, con cada personaje, dejó una marca imborrable. No importaba si interpretaba a una madre dolida, a una amante atormentada o a una mujer fuerte y decidida: Marisa no solo actuaba, sino que vivía a través de sus personajes, haciéndolos eternos. Su dedicación al arte de la interpretación trascendió barreras y fronteras, consolidándola como una de las más grandes actrices de habla hispana.
En las décadas de 1980 y 1990, Marisa Paredes vivió su gran auge profesional de la mano de directores como Fernando Trueba y Pedro Almodóvar. Fue este último quien la consagró como musa del cine español en películas icónicas como Tacones lejanos (1991), La flor de mi secreto (1995) y la galardonada Todo sobre mi madre (1999). En cada uno de estos proyectos, Marisa no solo aportó su talento, sino también una profundidad emocional que convirtió cada escena en una obra de arte. Almodóvar definió alguna vez a Marisa como «una actriz que no solo actúa, sino que respira, vive y transciende en pantalla». La química entre ambos fue mágica, y juntos construyeron momentos que quedarán grabados en la historia del cine.
Pero su impacto no se limitó al cine español. Marisa Paredes tuvo una destacada trayectoria internacional, trabajando con directores de la talla de Guillermo del Toro en El espinazo del diablo (2001) y Roberto Benigni en La vida es bella (1997). Su capacidad para adaptarse a diferentes estilos cinematográficos y su habilidad para hablar con el lenguaje universal de las emociones la convirtieron en una actriz reconocida y admirada más allá de las fronteras de España. Gracias a esto, su nombre y su rostro se asociaron con un tipo de cine que no solo entretenía, sino que también emocionaba y hacía reflexionar al público.
A lo largo de su carrera, Marisa Paredes recibió numerosos reconocimientos que celebraron su inmensa contribución al mundo de la interpretación. Entre ellos, el Premio Nacional de Cinematografía y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, símbolos de una vida dedicada al arte y a la cultura. En 2018, la Academia de Cine le otorgó el Goya de Honor, en un emotivo homenaje en el que compañeros de profesión destacaron su elegancia, su carácter y su inquebrantable pasión por el cine. Fue también presidenta de la Academia entre 2000 y 2003, demostrando no solo su talento artístico, sino también su compromiso con el desarrollo y la promoción de la industria cinematográfica española.
Más allá de los focos, Marisa Paredes fue una mujer comprometida con las causas sociales y políticas, una voz activa que no dudaba en alzar la palabra por la justicia y los derechos humanos. Recientemente, había participado en una concentración en Madrid para pedir el alto el fuego en Gaza, mostrando una vez más que su sensibilidad no era solo artística, sino profundamente humana. Este compromiso constante la convirtió en una figura admirada no solo por su talento, sino también por su integridad y su valentía. Su vida fue un ejemplo de cómo el arte puede ser un vehículo para el cambio y la conciencia social.

La noticia de su fallecimiento ha provocado una ola de reacciones en todo el país y más allá. Compañeros de profesión, como Penélope Cruz, Antonio Banderas y Carmen Maura, han expresado su tristeza y admiración por Marisa, recordándola como una amiga generosa, una actriz extraordinaria y un ejemplo a seguir. Políticos como el presidente Pedro Sánchez y la vicepresidenta Yolanda Díaz también han lamentado su partida, destacando su contribución al cine y a la cultura española. Las redes sociales se han llenado de mensajes de admiradores, muchos de los cuales recuerdan cómo las interpretaciones de Marisa tocaron sus vidas, haciéndolos reír, llorar y soñar.
Marisa Paredes deja un legado que no puede medirse en palabras. Deja una filmografía de más de 75 películas que son un testimonio de su inmenso talento y su amor por la actuación. Deja generaciones de actores y actrices que la ven como un modelo a seguir, como alguien que supo convertir su pasión en arte y su arte en legado. Pero sobre todo, deja el recuerdo imborrable de una mujer que hizo de su vida un homenaje a la belleza, la verdad y la emoción. Su ausencia será profundamente sentida, pero su presencia seguirá viva en cada película, en cada escena, en cada lágrima y sonrisa que sus personajes nos regalaron.
El próximo lunes, se llevará a cabo una ceremonia en su honor en el Teatro Español de Madrid, el mismo lugar donde Marisa comenzó su carrera a los 14 años. Amigos, familiares y admiradores se reunirán para despedir a una mujer que dedicó su vida a iluminar la pantalla con su talento. Será un momento para recordar no solo su arte, sino también su humanidad, su espíritu y su legado eterno. Porque Marisa Paredes no solo fue una actriz, fue una creadora de emociones, una constructora de historias y una defensora incansable de la vida y la belleza.
Hoy, el cine español pierde a una de sus figuras más emblemáticas, pero su luz continuará brillando en cada proyección, en cada recuerdo y en cada corazón que alguna vez se conmovió con su arte. Marisa Paredes es eterna, y su legado es un recordatorio de que el verdadero arte nunca muere. Descanse en paz.