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Visto para sentencia: La defensa de Rubiales cierra filas en un juicio clave

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Me sentí poco respetada”: Hermoso en el inicio del juicio contra Rubiales  por beso no consensuado

El juicio contra Luis Rubiales ha llegado a su fin tras la presentación de las conclusiones de su defensa. Durante la sesión, su abogada insistió en la falta de pruebas que acrediten la agresión sexual denunciada por Jennifer Hermoso y argumentó que el beso fue un acto espontáneo y consensuado. El tribunal ha dejado el caso visto para sentencia, a la espera del veredicto final.

Una defensa basada en la duda razonable

Desde el inicio de la sesión, la estrategia de la defensa de Rubiales se centró en cuestionar la solidez de las pruebas presentadas por la acusación. «No hay informes periciales que demuestren la falta de consentimiento», afirmó su abogada, destacando que en este caso no se realizó un análisis forense de la víctima, algo que calificó como «una anomalía» en este tipo de procesos.

Además, criticó la inclusión de otros procedimientos judiciales en la argumentación de la Fiscalía, en referencia a la investigación por blanqueo de capitales que enfrenta Rubiales. «Se busca presentar a mi cliente como un delincuente sin relación con los hechos juzgados», sostuvo. También insistió en que las grabaciones de vídeo y fotografías del momento en cuestión muestran una actitud relajada y distendida por parte de Hermoso, lo que, según la defensa, refuerza la idea de que el beso no fue forzado.

El consentimiento, el eje del debate

Uno de los puntos más controvertidos del juicio ha sido la interpretación del consentimiento en el beso entre Rubiales y Hermoso. La defensa insistió en que existen pruebas de que la jugadora aceptó el gesto de forma voluntaria. Para ello, se apoyó en imágenes del vestuario y en testimonios de algunos miembros del cuerpo técnico, quienes aseguraron que Hermoso «sonreía y bromeaba» tras el incidente.

Por otro lado, la defensa intentó desacreditar la versión de la acusación al señalar que la futbolista nunca fue sometida a un análisis psicológico dentro del proceso judicial y que su testimonio no debía ser suficiente para condenar. «La credibilidad tiene fisuras y genera en el juzgador una nota de incredulidad», subrayó la abogada. También mencionó que en declaraciones previas a los medios, Hermoso no había manifestado explícitamente sentirse agredida en un primer momento, aunque posteriormente matizó su postura.

"¿Puedo darte un besito?": Rubiales afirma en juicio que el beso a Hermoso fue consentido

La coacción y el entorno de presión

Otro de los cargos a los que se enfrenta Rubiales es el de coacción, en relación con la presunta presión ejercida sobre Hermoso para que respaldara su versión de los hechos. En este punto, la defensa minimizó la influencia del expresidente de la RFEF, afirmando que «insistir no es coaccionar» y que «no hay pruebas concluyentes de que las personas que hablaron con Hermoso lo hicieran por orden directa de Rubiales».

También se puso en duda la implicación de otros miembros del entorno federativo, como Jorge Vilda y Albert Luque, quienes negaron haber presionado a la futbolista. «Si Patricia Pérez y García Cuervo fueron clave en la supuesta coacción, ¿por qué no están acusados?», cuestionó la abogada. La defensa subrayó que la presión mediática ha jugado un papel determinante en la construcción del relato acusatorio, y que Rubiales ha sido objeto de un linchamiento público sin un juicio justo en la opinión pública.

Por su parte, la Fiscalía y la acusación particular han insistido en que hay testimonios que confirman la presión sobre Hermoso y su entorno para que minimizara el incidente y evitara denunciar. Según la acusación, la futbolista habría recibido múltiples mensajes y llamadas con la intención de persuadirla de que se manifestara en favor de Rubiales, algo que, según sostienen, demuestra una clara situación de coacción.

La fiscal fue especialmente contundente en su intervención: «Hasta usted (el juez) le tuvo que llamar la atención al señor Cuervo por su chulería. Si se comportan así en un tribunal, ¿qué no sería en el ámbito de la RFEF?». Además, subrayó el clima de intimidación que sufrieron las jugadoras: «¿Y pensamos que no iban a tener miedo las jugadoras? Si han sido unos maleducados y unos chulos».

«Ana Ecuabe, Alexia Putellas, Laia Codina, han confirmado las coacciones», afirmó la fiscal, agregando que «no la dejaron en paz en Ibiza. La agobian y la coaccionan». También denunció el hermetismo de la federación: «En la reunión del despacho del expresidente se aplicó una verdadera omertá. Ahí se ponía y se quitaba todo lo que quería Luis Rubiales».

La fiscal insistió en la gravedad de la situación: «Hubo violencia psíquica, y mucha», añadiendo que «hay una contumacia que hace que el carácter de las coacciones sea grave». Para concluir, dejó claro que la única opción era aplicar la ley con firmeza: «Su deber, señoría, es aplicar la ley, la ley es clara, también es su deber no apartarse de la jurisprudencia, la jurisprudencia es clara. No ha quedado duda alguna de que los acusados sean responsables de los cargos de los que se acusa. No queda otra opción que aplicar lo que se pide en nuestro escrito de acusación. Es cuestión de justicia».

Cerró su alegato con una cita de Joan Manuel Serrat: «Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio».

Un juicio con repercusión internacional

El caso ha trascendido el ámbito judicial y deportivo, convirtiéndose en un tema de debate global sobre el consentimiento y el abuso de poder en el deporte. Diversas organizaciones de derechos humanos y colectivos feministas han seguido el proceso con atención, subrayando la importancia de que el veredicto siente un precedente para la protección de las deportistas.

Además, el juicio ha puesto en entredicho la cultura institucional dentro del fútbol español, donde muchas jugadoras han denunciado comportamientos inapropiados y dinámicas de poder que dificultan la denuncia de este tipo de situaciones. La FIFA y otros organismos internacionales han tomado nota de este caso, que ha sacudido los cimientos de la Real Federación Española de Fútbol y ha desencadenado cambios en su estructura.

Un veredicto en el aire

Con el caso visto para sentencia, el tribunal deberá valorar si las pruebas presentadas son suficientes para condenar a Rubiales por agresión sexual y coacción. La defensa ha apostado por sembrar la duda razonable y argumentar que la falta de evidencia forense y la interpretación subjetiva del consentimiento no son bases sólidas para una condena.

La resolución de este juicio marcará un precedente en el ámbito deportivo y judicial, y su impacto trascenderá más allá del caso particular de Rubiales. Si es condenado, el fallo reforzará la idea de que ningún dirigente deportivo está por encima de la ley y que las agresiones en el ámbito deportivo deben ser sancionadas con firmeza. Si es absuelto, sentará un precedente controvertido sobre el concepto de consentimiento en situaciones de presión y poder jerárquico.

Ahora, solo queda esperar la decisión del tribunal, que podría redefinir los límites de la responsabilidad en el ámbito deportivo y sus implicaciones legales.

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