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Torremolinos, golpeada por la intolerancia

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Dos agresiones homófobas en menos de 24 horas en el corazón de la Costa del Sol

La emblemática ciudad malagueña, símbolo histórico de libertad para el colectivo LGTBIQ+, ve sacudida su imagen tras una oleada de violencia que aviva el debate sobre la seguridad y la convivencia en España

Torremolinos, enclave turístico de la Costa del Sol y tradicional refugio de la diversidad, ha sido escenario de dos agresiones homófobas en un lapso de menos de 24 horas. Los hechos, separados apenas por unas horas, han provocado una oleada de indignación ciudadana y preocupación institucional que, más allá del ámbito local, reaviva interrogantes de mayor calado sobre la deriva del clima social en nuestro país.

La primera agresión tuvo lugar a las 4:30 de la madrugada del viernes 2 de mayo. Dos jóvenes fueron sorprendidos por varios individuos que, presuntamente motivados por razones homófobas, les propinaron una paliza “brutal”, según ha confirmado el Ayuntamiento. Apenas unas horas después, en las inmediaciones de la céntrica plaza de la Costa del Sol, José Manuel, otro joven, fue víctima de una agresión verbal cargada de insultos por su orientación sexual.

Ambos episodios han sido denunciados y están ya en manos de la Policía Local y Nacional. La alcaldesa, Margarita del Cid, ha asegurado que se actuará “de forma contundente” y ha subrayado que Torremolinos “seguirá siendo un espacio de libertad, le pese a quien le pese”. El Consistorio ha convocado un pleno extraordinario para el 8 de mayo y ha anunciado reuniones urgentes con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado con el fin de reforzar la vigilancia en la localidad.

Sin embargo, la respuesta institucional no ha bastado para disipar la creciente inquietud entre la población, especialmente en los colectivos LGTBIQ+, que han convocado una concentración de condena este sábado a las 23:00 horas. El mensaje es claro: lo ocurrido no puede pasar como una simple anécdota. Son muchos los que se preguntan qué está fallando.

¿Un hecho aislado o un síntoma?

Aunque desde el Ayuntamiento se insiste en que Torremolinos sigue siendo “una tierra de diversidad”, lo cierto es que los recientes hechos apuntan a un fenómeno más preocupante. Las agresiones homófobas no son nuevas en España, pero su frecuencia y violencia parecen haberse intensificado en los últimos años. Según datos del Ministerio del Interior, los delitos de odio relacionados con la orientación sexual han aumentado progresivamente desde 2019.

Diversas asociaciones apuntan a un retroceso en el clima de tolerancia, alimentado por discursos polarizados, una normalización de la hostilidad hacia las minorías y una menor percepción de las consecuencias legales para los agresores. La sensación de impunidad se filtra en algunos espacios públicos y, aunque España sigue apareciendo en los rankings internacionales como uno de los países más abiertos, las estadísticas empiezan a dibujar una imagen más matizada.

El peso simbólico de Torremolinos

La elección de Torremolinos como escenario de estas agresiones no es inocua. Esta localidad fue, desde mediados del siglo XX, un símbolo de libertad y vanguardia para la comunidad LGTBIQ+ en el sur de Europa. Fue aquí donde, incluso en tiempos de dictadura, florecieron los primeros espacios de visibilidad homosexual, y donde se asentó una comunidad vibrante y diversa que ha hecho del municipio un referente turístico y cultural.

Que esa misma ciudad sea hoy escenario de actos de odio es, para muchos, algo más que una alarma puntual. Es un reflejo de que ni siquiera los espacios considerados seguros están exentos del deterioro generalizado del respeto y la convivencia.

Llamado a la sociedad

En su comunicado, la alcaldesa ha hecho un llamamiento a toda la sociedad: “Es el momento de dar la cara por lo que creemos y defendemos: poder ser lo que uno quiera ser, sin miedo y en libertad”. Aunque el mensaje apunta a la unidad, deja entrever la gravedad del contexto. Ya no se trata sólo de condenar un ataque, sino de defender —casi como si estuvieran en peligro— valores que durante años se creyeron consolidados.

El silencio, en este escenario, se interpreta como complicidad. Por eso la respuesta social cobra tanta relevancia: la concentración convocada este sábado busca mostrar que la mayoría sigue apostando por una España abierta, plural y segura. Pero también lanza una advertencia: el espacio público debe seguir siendo de todos, y no de quienes imponen el miedo.

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