
Dirigida por Céline Sciamma, Retrato de una mujer en llamas (2019) es más que una película; es un poema visual sobre el amor, el deseo y la fugacidad del tiempo. Ambientada en la Francia del siglo XVIII, esta obra narra la historia de Marianne (Noémie Merlant), una pintora contratada para hacer un retrato de Héloïse (Adèle Haenel), una mujer destinada a un matrimonio no deseado. Lo que empieza como una relación profesional y cautelosa se transforma en una conexión profunda y apasionada que trasciende las limitaciones de la época.
Un ambiente que arde en emociones
El mayor logro de Sciamma en esta película es la creación de un ambiente completamente inmersivo. Cada plano parece una obra pictórica, con una atención al detalle que recuerda a los grandes maestros del arte clásico. La fotografía de Claire Mathon es impresionante, jugando con luces, sombras y colores para capturar tanto la intensidad del paisaje como la de las emociones de las protagonistas. Cada escena transmite un magnetismo que no permite apartar la mirada, como si el espectador estuviera atrapado en el lienzo junto a las protagonistas.
Uno de los elementos más notables de Retrato de una mujer en llamas es su ritmo. La película no tiene prisa, algo que podría ser considerado una desventaja por algunos espectadores, especialmente cuando el esperado primer beso se demora más de lo convencional. Sin embargo, esta decisión narrativa es deliberada: Sciamma permite que la tensión crezca, como un fuego que lentamente consume, para que, cuando llegue ese momento, sea inolvidable. La espera no se siente como un defecto, sino como una estrategia que da peso y significado a cada gesto y palabra.
Actuaciones impecables y una conexión palpable
El trabajo de Adèle Haenel y Noémie Merlant es sublime. Ambas actrices aportan una intensidad emocional que trasciende los diálogos, construyendo una relación tan real y sincera que es imposible no sentirse conmovido. El uso de silencios y miradas es tan poderoso como cualquier línea de diálogo, creando una intimidad que te atrapa.

Reflexión sobre el amor, el arte y la memoria
Más allá de la historia de amor, Retrato de una mujer en llamas es una exploración profunda sobre la relación entre el arte y la memoria. A través de las pinceladas de Marianne, somos testigos de cómo el arte no solo inmortaliza a las personas, sino que también captura y transforma las emociones. Esta película se siente como un homenaje al acto de recordar y al modo en que el amor deja marcas imborrables en quienes lo experimentan.
La sensación final al terminar la película es inigualable. Sciamma entrega una obra que no solo narra, sino que invita a sentir, reflexionar y emocionarse con cada cuadro. Con su atmósfera magistralmente creada, sus actuaciones inolvidables y su conmovedora historia, Retrato de una mujer en llamas se posiciona como una de las mejores películas de los últimos años.
Calificación: 9.5/10.
Una experiencia cinematográfica que confirma el poder del cine como arte y como vehículo para contar historias humanas que arden en el corazón y la memoria.